ComuniónConsensoConsulta - DiscernimientoEncuentro Sinodal Diocesano - Equipo Sinodal DiocesanoEscucharIniciación CristianaMisiónParrhesiaParticipación - Sensus fideiSínodo

 

 

Comunión

 

La comunión es el vínculo espiritual, sacramental y jurídico que une a los pastores entre sí, a los pastores con los fieles y a los fieles entre sí, según el modelo de la comunión Trinitaria. Este vínculo, fundado en el Bautismo común, se realiza, manifiesta y refuerza en la participación común en la Eucaristía.

 

 

Consenso

 

Consenso no significa uniformidad o mayoría democrática. Si así fuera el caso, esto ignoraría el hecho de que el Espíritu Santo puede hablar a través de las palabras de un solo miembro del Pueblo de Dios o de un pequeño grupo. Más bien, el consenso en clave sinodal se refiere al proceso de escucharse unos a otros en un ambiente de oración y libertad interior, para discernir el camino común al que Dios nos llama en un espíritu de comunión, guiado por el Espíritu Santo.

 

 

Consulta

 

La consulta es el proceso por el que se escucha oficialmente a los fieles sobre cuestiones relativas a la doctrina, la moral y la vida Cristiana, antes de tomar una decisión. La práctica de la consulta ha encontrado en el pasado su formulación en estas palabras latinas: «Quod omnes tangit ab omnibus tractari (et approbari) debet» («Lo que concierne a todos debe ser tratado [y aprobado] por todos») (citado por Francisco, Ceremonia de conmemoración del 50º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015). El Sínodo actual busca ampliar la experiencia de "consulta" para avanzar hacia una Iglesia más sinodal que escuche y comprometa más plenamente a todo el Pueblo de Dios. El camino Sinodal es la culminación de un largo proceso por el que la voz del Espíritu Santo resuena en toda la Iglesia, a nivel diocesano, nacional, continental y universal.

 

 

Discernimiento

 

El Proceso Sinodal conlleva un proceso de discernimiento orientado al consenso. Nos escuchamos unos a otros para discernir lo que Dios nos dice a todos. Este tipo de discernimiento no es sólo un acontecimiento puntual, sino, en última instancia, una forma de vida, basada en Cristo, siguiendo la guía del Espíritu Santo, viviendo para la mayor gloria de Dios. El discernimiento comunitario ayuda a construir comunidades florecientes y resistentes para la misión de la Iglesia hoy. El discernimiento es una gracia de Dios, pero requiere nuestra implicación humana en formas sencillas: orar, reflexionar, prestar atención a la propia disposición interior, escuchar y hablar con los demás de forma auténtica, significativa y acogedora. El discernimiento en esta clave espiritual planta semillas que pueden dar frutos de fraternidad, sanación, comunión, misión y más. Dios viene a guiarnos e inspirarnos mientras buscamos discernir Su voluntad.

 

 

Encuentro Sinodal Diocesano

 

Cada Iglesia local está invitada a culminar la fase diocesana con un Encuentro Sinodal Diocesano. Esta reunión posibilita que los diversos miembros de la Diócesis se reúnan para una celebración litúrgica, para orar juntos, para reflexionar sobre su experiencia del Proceso Sinodal en la Diócesis, para escuchar los comentarios que se han planteado, para dialogar sobre la realidad actual de la Iglesia local y los signos de los tiempos, y para discernir la llamada del Espíritu para la diócesis en relación con su crecimiento en la conversión sinodal. Mientras que gran parte del proceso de consulta durante la fase diocesana podría haber tenido lugar en el seno de comunidades específicas de la Iglesia local, como parroquias, ministerios, jóvenes y otros grupos, el objetivo de la Reunión Pre-Sinodal Diocesana es reunir a una sección representativa de toda la diócesis, incluidos los grupos minoritarios y los de las periferias, y permitir a los participantes escuchar, reflexionar y discernir juntos. Posteriormente, el resultado de la reunión debe formar parte de la síntesis diocesana, tal como se describe en la Parte 4 del Vademécum.

 

 

Equipo Sinodal Diocesano

 

El papel del equipo sinodal es implementar, coordinar y supervisar la fase diocesana del Proceso Sinodal bajo el liderazgo del Obispo local, colaborando con la(s) Persona(s) de Contacto Diocesano. El equipo sinodal debe planificar las sesiones de escucha que se llevarán a cabo a nivel local para asegurar la más amplia participación posible, incluyendo a los marginados. Se debe hacer un esfuerzo especial para que participen aquellos que rara vez son escuchados en la Iglesia. El equipo sinodal organiza todos los encuentros, eventos y reuniones que coincidan con el Proceso Sinodal. El objetivo es crear una auténtica experiencia de sinodalidad a nivel local. Una vez concluidas las sesiones de escucha, el equipo Sinodal se encarga de elaborar la síntesis diocesana sobre la base de las experiencias y los comentarios recibidos de todos los que han participado.

 

 

Escuchar

 

El Papa Francisco ha afirmado que: «Una Iglesia sinodal es una Iglesia que escucha. [...] El Pueblo fiel, el Colegio de los Obispos, el Obispo de Roma: todos se escuchan entre sí; y todos escuchan al Espíritu Santo» (Ceremonia de conmemoración del 50º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015). La Comisión Teológica Internacional explicó este papel central de la escucha de la siguiente manera: «El diálogo Sinodal depende de la valentía tanto al hablar como al escuchar. No se trata de entablar un debate en el que uno de los interlocutores intente imponerse a los demás o rebatir sus posiciones con argumentos bruscos, sino de expresar lo que parece haber sido sugerido por el Espíritu Santo como útil para el discernimiento comunitario, estando al mismo tiempo abiertos a aceptar lo que ha sido sugerido por el mismo Espíritu en las posturas de otras personas, " para el bien común " (1 Corintios 12,7)» (ICT, Syn., nº 111).

 

 

Iniciación Cristiana

 

El Bautismo es el sacramento por el que entramos en el Pueblo de Dios, liberados del pecado original y adoptados como hijos e hijas de Dios en Cristo. El Bautismo es la identidad fundamental de todos los fieles (sin distinción de sexo, etnia, condición social). «En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por profesionales mientras que el resto de los fieles sea sólo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados» (EG, nº 120).

La Confirmación es el sacramento por el que los fieles reciben la plenitud de los dones del Espíritu Santo. En la Confirmación, quedamos completamente preparados para la misión que se nos confió en el Bautismo. El Espíritu derramado sobre nosotros nos permite vivir cada vez más profundamente nuestra vocación primordial de hijos e hijas de Dios que gritan «¡Abbá, Padre!» (Rm 8,15). No sólo estamos llamados a vivir nuestra llamada como hijos e hijas de Dios, sino también a invitar a otros a esta relación filial con el Padre en Cristo, de la que el Espíritu Santo nos hace partícipes.

La vida nueva que hemos recibido en el Bautismo y la Confirmación se alimenta continuamente de la participación en la Eucaristía, «fuente y cumbre de toda la vida cristiana» (LG, n. 11). En última instancia, es a partir de la celebración eucarística que toma forma una Iglesia sinodal.

 

 

Misión

 

El Concilio Vaticano II afirma que «la Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza» (Ad Gentes 2). La misión expresa, pues, la identidad más profunda de la Iglesia, que existe para anunciar el Evangelio a todos los hombres. En una época de rápidos cambios, el Papa Francisco invita a la Iglesia a redescubrir su naturaleza misionera, estableciéndose en todos los lugares de la tierra en estado permanente de misión (cf. EG 25).

 

 

Parrhesia

 

Parrhesia se refiere a la audacia que la venida del Espíritu Santo produjo en los corazones de los apóstoles en Pentecostés. Es la valentía interior que les llevó a proclamar la Buena Nueva de que Jesús es el Señor, sin temor, en los días de la Iglesia Primitiva. El Espíritu nos ofrece esta misma audacia para llevar a cabo la misión de la Iglesia hoy. La parrhesía es necesaria en el Proceso Sinodal para que podamos escuchar con humildad y hablar con audacia, inspirados por el Espíritu Santo mientras avanzamos hacia esta "nueva fase de evangelización" a la que Dios nos llama.

«La parresía en el Espíritu que se pide al Pueblo de Dios en el camino sinodal es la confianza, la franqueza y el valor «para entrar en la amplitud del horizonte de Dios» para «asegurar que existe en el mundo un sacramento de unidad y por ello la humanidad no está destinada al extravío y al desconcierto». La experiencia vivida y duradera de la sinodalidad es para el Pueblo de Dios fuente de la alegría prometida por Jesús, un catalizador de vida nueva, un trampolín para una nueva fase de compromiso misionero» (ITC, Syn., n. 121).

 

 

Participación

 

Una Iglesia sinodal es una Iglesia de participación y corresponsabilidad. En el ejercicio de la sinodalidad está llamada a expresar la participación de todos, según la vocación, el ministerio y el carisma de cada uno. La participación se basa en el hecho de que todos los fieles están capacitados y llamados a servirse mutuamente mediante los dones que todos han recibido del Espíritu Santo.

En la Iglesia sinodal toda la comunidad, en la libre y rica diversidad de sus miembros, está llamada a orar, escuchar, analizar, dialogar, discernir y aconsejar para tomar decisiones pastorales que correspondan lo más posible a la voluntad de Dios. Por eso, al formular sus propias decisiones, los Pastores deben escuchar atentamente las opiniones y experiencias de los fieles.

 

 

Sensus fidei

 

La unción del Espíritu Santo, conferida por los sacramentos de la iniciación cristiana, se manifiesta en el sensus fidei del Pueblo de Dios. «En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu, que impulsa a la evangelización. El Pueblo de Dios es santo gracias a esta unción, que lo hace infalible in credendo. Esto significa que no se equivoca en la fe, aunque no encuentre palabras para explicarla. El Espíritu la guía en la verdad y la conduce a la salvación. Como parte de Su misterioso amor por la humanidad, Dios dota a la totalidad de los fieles de un instinto de fe -sensus fidei- que les ayuda a discernir lo que es verdaderamente de Dios. La presencia del Espíritu da a los cristianos una cierta connaturalidad con las realidades divinas, y una sabiduría que les permite captar esas realidades intuitivamente» (EG 119). Esta connaturalidad se manifiesta en un "sentire cum Ecclesia": sentir, intuir y percibir en armonía con la Iglesia. Esto se exige no sólo a los teólogos, sino a todos los fieles; une a todos los miembros del Pueblo de Dios en su camino de peregrinación. Es la clave de su "caminar juntos" (ITC, El Sensus fidei, n. 90).

 

 

Sínodo

 

El Sínodo es el acontecimiento «en que la Iglesia es convocada por la autoridad competente y según específicos procedimientos determinados por la disciplina eclesiástica, involucrando de modos diversos, a nivel local, regional y universal, a todo el Pueblo de Dios bajo la presidencia de los Obispos en comunión colegial y jerárquica con el Obispo de Roma, para discernir su camino y cuestiones particulares, y para asumir decisiones y orientaciones con el fin de llevar a cabo su misión evangelizadora. » (ITC, Syn., n. 70).

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